cυenтo ѕιn acaвar™

Su madre se había entretenido en acicalarla durante cerca de media hora para que su primer día de escuela fuese bien desde el principio, un pantalón vaquero, una camiseta de manga larga, unas converses de tamaño reducido y su pelo recogido en una mini coleta de la que se escapaban esos pelillos finos que una goma del pelo no es capaz de agarrar suficientemente.
La pequeña sabía que aquel día era importante porque tanto tiempo invertido en vestirla y peinarla no podía ser en vano…
Cogida de la mano de su madre y sujetando con la otra una bolsita transparente con su bocadillo y zumo, emprendió camino hacia el colegio, iban a paso ligero porque se habían demorado demasiado, aún así dio tiempo a llegar a la hora justa, un aquelarre de pequeñajos de tres años se congregaban en el centro del patio, donde una joven maestra esperaba a todos para poder poner fin a aquel caos desorganizado que había. Algunos lloraban, otros lo hacían por acompañar al resto y muy pocos, como la pequeña Noa, abrían bien los ojos, atendiendo a todos los detalles que le proporcionaba aquel mundo nuevo que comenzaba para ellos. Finalmente, un estridente ruido sonó y todos enmudecieron, incluso a los que lloraban se les cortó el llanto. Aquella joven persona los emparejó a todos, los puso en fila india y los guiaba hacia la clase…
- Huele a ajo…-- dijo Noa.
- No se dice así—respondió su compañero—se dice ajjjjo—contestó haciendo hincapié.
- Pues yo lo digo así…¡¡qué tonto eres!!—exclamó la pequeña ofendida.
- No me digas tonto, yo no soy tonto—el pequeño se entristeció.
- No te lo digo porque lo seas, es que me caes bien---aludió Noa con una gran sonrisa en la boca.
- ¿Somos amigos entonces?
- Desde ya, ja, ja, ja—los dos pequeños rieron al unísono.
- Tengo un hámster, lo meto en un calcetín y le doy vueltas, y otro día lo intenté bañar conmigo en la bañera, pero mi madre se dio cuenta y por poco lo tira a la basura, además todo el que lo intenta coger o lo tira o se le cae.
- Pobrecito, que pena, eso no se hace, ¿puedo conocerlo?—preguntó con curiosidad.
- Sí, le gusta conocer gente, creo…
- Me llamo Noa—dijo presentándose.
- Yo Aarón…

Y allí estaban, los dos cogidos de la mano, frente a una habitación en la que predominaban los colores vivos, posters y murales de dibujos o personajes divertidos y miles y miles de puzles, libros, cuadernos, ceras, lápices… maravillados ante tal imagen, una sonrisa les iluminó esas dos carillas infantiles, inocentes, sin más problema que divertirse…
Después de jugar, tomar el bocadillo, cantar, reír cansarse, la maestra colocó unas pequeñas colchonetas donde los niños se pudiesen echar a dormir, cada uno eligió la suya, Noa y Aarón, por supuesto, los dos juntos, uno al lado del otro…Cayeron al instante en un profundo sueño, el cansancio fue cerrando sus párpados, y su cuerpo se llenó de flojedad… se durmieron.

- ¡¡¡Eh!!! Qué haces aquí, ¿estás dentro de mi cabeza? ¿Por qué?
- Pero si yo estoy durmiendo, eres tú el que se mete dentro de mi cabeza…
- ¡¡¡Mira!!! Ahí hay un hombre…mmm, tiene a Felipe…qué hace con él...
- Aarón, ¿quién es Felipe? Estás loco, ja, ja, ja, ja…
- Que no estoy loco, que no estoy loco…Felipe es mi hámster…
- Jajajajajaja, Felipe es un nombre de persona, no de animal…
- Eso porque lo dices tú, yo pongo el nombre que quiero---respondió sacando la lengua…
Los dos pequeños, con paso zambo, se dirigieron hacia a aquel hombre, sentado en medio de la nada con un pequeño roedor a sus pies. Era un anciano entrañable, una barba blanca de unas dos semanas, unos pantalones beige, una camisa de cuadros que le daba un aire a los leñadores, un sombrero de paja puntiagudo y un pequeño bastoncito… El roedor, estaba olisqueando el suelo, hasta que con sus patas delanteras cogió una de las migajas de pan que caían al suelo desde la mano del anciano…
- Tiene el pelo raro Felipe, está espeluznado… eso es porque lo bañaste, seguro. Tuvo que pasar frío… ¡Alaaaaaa! Está comiendo, que mono—dijo emocionada Noa.
- Come mucho, y se pone gordo, y… y… pero no bebe agua, eso es muy raro, ¿no tendrá sed?—preguntó extrañado el pequeño.
- Eso es porque el agua de tu casa está muy mala y no le gusta…
El hombre se levantó, y apoyado en el cayado fue andando hacia los pequeños, no se asustaron, ni retrocedieron, al revés cogidos de la mano, avanzaron dando pequeños saltitos como si de una gran aventura se tratase. Felipe, el hámster, seguía impasible ante la situación, estaba ocupado mordisqueando su migaja de pan, levantó la cabecilla seguido de las orejas y se posó sobre sus patas traseras, haciendo grandes movimientos contorsionistas comenzó a entrometerse dentro de toda su anatomía. Noa se fijó, sus ojos se abrieron alcanzado cuotas insospechables, y empezó a reír sola, a carcajada limpia y sincera…
- Se está lavando, se está lavando—dijo comenzando un baile de vueltas y saltos-- ¡Qué gracioso!
- Oye, que Felipe es muy limpito, está todo el día así, y comiendo, y él si está loco, empieza a dar vueltas, lo tengo en mi cuarto, y a veces me despierto y le digo a mi mamá que le quite la rueda porque hace muuuucho ruido y no puedo dormir. —comenzó a reír y a acompañar a su compañera en su baile extraño.

"Porque me gustan mis días infantiles" :p

Y como siempre mis saluditos a mi chula , a mi niña, a mi loca, a mi chuli, a mi rebenido, a mi morenazo y esta vez en especial a mi salsera. bssssssssss