Normalmente (o por lo menos en mi caso) nunca están de acuerdo la mente y el corazón, si hace años me guiaba tan sólo por el corazón y me negaba a escuchar a la razón hasta el momento de la llegada de las consecuencias ocasionadas por mis impulsivos sentimientos, (corazón licuado, dientes rotos del hostión, magulladuras en el alma, barro en los sentimientos, un rincón especial para desgarrarme aún más las heridas y ahogarme entre mis llantos…) y por tanto mi filosofía se basaba en curar más que prevenir.
Aunque intento anticiparme a mi corazón y evaluar los posibles daños, al final mi corazón manda la razón se esconde tras mis latidos enamorados. Habrá quien considere que lo importante es el sentimiento, y que la razón nos hace estúpidos robots equivocados o quien exponga su corazón de par en par, y que enfrentará el dolor de su corazón lastimado .
Pero si además añades a la dificultad intrínseca de esa relación un miedo atroz y desbordante (paralizante más bien) a que te hagan daño, la incapacidad para dejarte llevar va a ser brutal, y seguramente intentarás que tu corazón se quede callado argumentando que velas por su salud, y él, que reclamará, te llorará, y te dirá que sus razones tú no las conoces, acabará en la batalla campal donde la invitada estrella será la Incoherencia.
Y estarás saltando de incoherencia en incoherencia, de subida y bajada, de dudas y temores aunque hayas tomado una decisión. Aunque hayas optado por lo que se supone que es fácil, – aunque no sea tan fácil porque se genera un conflicto en toda regla – cuando te han destrozado, dejado el corazón a cachos, pisoteado y en los huesos en las distintas ocasiones en las que has apostado, cuando te has dado con el suelo de morros en exceso y estás todavía con heridas descosidas… lo mejor que puede hacer tu corazón por ti es ponerse una mordaza, dejar de gritar que estás equivocada porque tú sabes que no, que estás en lo cierto y que en cabeza fría no entran dolores ni daños, pero tras un halo de desequilibrante locura , al final el corazón es quien gana, aún hecho añicos y reconstruido pedazo a pedazo, en mi ser, no hay sitio para la razón y la cordura, porque tan sólo mi corazón, guía mis pasos ...
Margot_MooN 24.09.2012
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